viernes, 18 de julio de 2014

Vigilia


Esta noche, el insomnio es mejor que nunca. La sonrisa más macabra de la luna brilla demencial.  Tengo dos agujas perforándome el cráneo, sorbiendo mis neuronas. Mientras sobrevivo mis doce muertes consecutivas, acaricio las sogas que atan mis muñecas y tobillos. Quizá sea la misma cobardía que no me deja desatarme, la misma que me impide danzar al compás del sublime súcubo.  La divina vergüenza matutina se desbarata en una serie de rutinarios esfuerzos por agradarle al espejo.  Los labios que están del otro lado se contorsionan en un simulacro de sonrisa. Pero en los ojos puedo adivinar el desprecio por la felicidad caducada  en el rostro. Unas pupilas tan infinitas que no parecen ser la morada de tantas decepciones. Cansa tener unas bolsas tan pesadas bajo los ojos. Parece como si todas las vigilias se acumularan en ellas.