domingo, 25 de mayo de 2014

¿Por qué un elefante?

Hace unos meses decidí tatuarme un elefante, si, un elefante, nada de estrellas, notas musicales, frases en francés, letras chinas... este tatuaje, más que una decisión personal, más que un dibujo llamativo, además de ser una composición que elegí de entre muchas, se ha convertido en la responsabilidad de explicarlo. Cada persona que lo ve por primera vez siente la necesidad irremediable de perguntar, en estas mismas palabras: ¿por qué un elefante?
    Desde mucho antes de tomar la decisión de inyectar tinta en mi piel, imaginaba que esa pregunta iba a ser frecuente, lo que no imaginaba es que iba a atravesar por entrevistas, interrogatorios y un hostigamiento digno de la santa inquisición. Siempre he sido una persona sencilla, no me gusta caer en explicaciones largas y tediosas, por lo que siempre respondía: "es que me gustan los elefantes", error. Esta respuesta generaba reproches, miradas de decepción, regaños, etc. porque se supone que los tatuajes "deben tener un significado" y el mío lo tiene, solo que no sentía la necesidad de explicarlo cada vez.
    A raíz de tanta polémica sobre la naturaleza "superficial" de mi tatuaje empecé a dar más detalles, el porqué me gustaban los elefantes, que significaban... cuando me di cuenta mi explicación ya casi rayaba en un reseña biográfica, un intento de psicoanálisis y un estudio la simbología de los elefantes.
    La verdad es que no es una expliación tan complicada: Los elefantes han estado presentes durante toda mi vida, mi mamá los colecciona porque cuando era pequeña sus hermanos la llamaban "fantito", sabrá Dios por qué y, como es de imaginarse, desde mis primeros años estuve rodeada de fantitos, simplemente me recuerdan a mi mamá y es una manera de tenerla presente siempre, entonces, esa es la fulana historia de mi tatuaje, quizá no es nada místico ni extravagante, pero si soy sincera me encanta y no le cambiaría nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario